Obesidad, la verdadera epidemia mundial, con la Dra Teresa Comes.

La obesidad, verdadera epidemia mundial, sobre todo en los países industrializados, que por desgracia afecta a un número importante de la población infantil y juvenil. Debida a los cambios en los hábitos dietéticos de los últimos 50 años.

Dra. Comes ¿Cuándo podemos decir que una persona es obesa?

Según la O.M.S., cuando el I.M.C. es igual o superior a 30 (m/kg al cuadrado). Pero hay que puntualizar que es mucho más exacto valorar la masa grasa. Para ello hay que realizar una impedancia  bio-eléctrica, que distingue tres compartimentos: la masa magra (huesos, músculos y órganos), la masa grasa y el agua (extracelular e intracelular).

Se considera obesidad cuando el aumento de peso se debe al compartimento graso (ej: atletas, edemas…).

Podemos definir la obesidad como una enfermedad inflamatoria, causada por el aumento de grasa corporal y que desencadena una serie de enfermedades crónicas como: dm-2, HTA, hiperlipidemias, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, artropatías (rodilla)…

¿Por qué engordamos?

La respuesta simple es: porque ingerimos más calorías de las que necesitamos para  mantener nuestro metabolismo (una serie de reacciones que transforman los nutrientes (proteínas, carbohidratos y grasas) en energía para realizar nuestras funciones vitales y poder sobrevivir).

Esto es debido a los cambios producidos en nuestro estilo de vida en los últimos 50-60 años: dieta “inflamatoria” (industrialización alimentaria) y sedentarismo.

Aunque en realidad, el origen de la obesidad es multicausal:

Genotipo ahorrador: nuestros genes no han cambiado desde el paleolítico. Estamos preparados para sobrevivir a la hambruna, por eso acumulamos los excesos calóricos con avidez, en forma de grasa, en el tejido adiposo.

Carga genética: podemos heredar la tendencia a ser obesos, pero influye mucho más la epigenética (los hábitos dietéticos familiares hacen que se expresen o no los genes “malos” que nos hacen engordar. sabemos que en el embarazo se dejan “improntas” en el ADN del feto.

Metabólicamente existen oxidadores lentos y rápidos, estos últimos se consideran genéticamente privilegiados, porque comen como una lima y no engordan. Aunque la mayoría somos mixtos y, si comemos en exceso, engordamos.

Situaciones especiales:

Hormonales: Hipotiroidismo, también el subclínico, climaterio, menopausia, S.O.P….

-Fármacos: corticoides, hormonas, psicótropos…

-Intestino permeable/disbiosis.

-Estrés crónico (aumenta el cortisol endógeno).

Situaciones psicosociales: compensación comiendo, adicción…

Sedentarismo “obligado”: artropatías, ancianos, secuelas ictus…

Aunque la causa real de la obesidad es la resistencia a la insulina, provocada por la dieta actual, excesivamente rica en hidratos de carbono refinados con carga glucémica alta, exceso de grasa saturada, exceso de proteínas y pobre en fibra alimentaria. Este tipo de dieta provoca inflamación celular.

 ¿Qué es la resistencia a la insulina?

La insulina es una hormona producida por el páncreas. Su misión principal es mantener el nivel de glucosa constante en la sangre.

Si consumimos en exceso H. de C. con alta carga glucémica (pan, harina, pasta, arroz blanco, patata, azúcar, dulces…), los niveles de glucosa aumentan rápidamente en sangre, el páncreas secreta insulina que provoca hipoglucemia (disminuye la glucosa), que desencadena hambre y la necesidad de comer de nuevo…esto nos llevará a un aumento “constante” de insulina en sangre: hiperinsulinismo que conduce a la resistencia a la insulina.

El hiperinsulinismo provoca almacenamiento de grasa en el tejido graso y otros tejidos sensibles a la insulina (hígado, músculos, hipocampo), provocando inflamación celular, al bloquear la comunicación entre la hormona y la célula. Además evita la liberación de grasa acumulada en la célula y dificulta las señales de saciedad en el hipotálamo.

El páncreas, en su afán de segregar más y más Insulina, se va agotando y con el tiempo aparece la diabetes melitus tipo 2.

Por lo tanto la R. I. (provocada por la inflamación celular):

-Nos engorda.

– Nos mantiene obesos: provoca resistencia a perder peso.

– Nos enferma: provoca enfermedades crónicas (diabetes mellitus, HTA, S. metabólico, enf. cardiovasculares.

– Acelera el envejecimiento.

La buena noticia es que la R.I. se puede “corregir” y “revertir” de forma rápida y eficaz con una dieta adecuada.

Índice glucémico: mide la velocidad con que un alimento puede aumentar los niveles de glucosa en sangre.

Carga glucémica: mide la intensidad de la respuesta de la insulina, que provoca el alimento ingerido.

¿Qué nos puede hacer sospechar que tenemos R. I.?

Hay pruebas analíticas evidentes:

-Glucosa en ayunas mayor o igual a 100mg/dl.

-Insulina en ayunas mayor o igual a 10mg/dl. ( incluso con cifras normales de glucosa y sin sobrepeso).

-Hemoglobina glicosilada mayor o igual a 6%.

-Ratio triglicéridos/HDL (el mejor marcador de R.I.).

También hay pruebas visuales:

-Báscula/Espejo.

-Diámetro de la cintura mayor que el de la cadera.

Todos estos parámetros nos informan del riesgo de padecer en el futuro: D.M.-2, Hígado graso, HTA, Dislipemias, Enf. Cardiovasculares, S. Metabólico…

 ¿Existe relación entre la OBESIDAD y la D.M. Tipo 2?

Por supuesto, existe una relación evidente. Como hemos visto, la R.I. provoca obesidad, que aboca a un agotamiento del páncreas, que con el tiempo conduce a la D.M.-2. El páncreas puede agotarse totalmente y se puede llegar a la D.M. Tipo 1 o Insulinodependiente.

Cuando se asocian obesidad, d.m.-2 y estrés crónico, forman una tríada de difícil manejo, pues se complica con hígado graso, di lipemia, HTA que conducen una patología más compleja que es el síndrome metabólico.

 ¿Cómo influyen las ETAPAS de la VIDA en la aparición de la OBESIDAD?

Los primeros 1000 días de vida son cruciales, empezando por el período fetal. Durante el embarazo es muy importante la microbiota y la alimentación de la madre, tanto la desnutrición/malnutrición, como la obesidad, que provoca un efecto negativo sobre el desarrollo fetal: “marcas” o “improntas” epigenéticas en el ADN del feto, que afectarán a su futuro metabolismo (niñez y edad adulta).

En los primeros años de vida los adipocitos (células del tejido graso) tienen la capacidad de aumentar, no sólo de tamaño, sino también de número. Esto es un gran inconveniente, pues en la edad adulta tendrán más propensión a la obesidad al tener mayor capacidad de acumular grasa. Por eso es importante la restricción calórica, además de la diversidad alimentaria (influye en la diversidad de la flora intestinal). También se debe educar el sentido del gusto en la infancia, respecto al dulce, al salado y a la grasa.

Lo ideal es prevenir la obesidad antes de la concepción.

 ¿Cuál sería la mejor dieta para perder peso?

Una dieta de restricción calórica (baja en calorías), pero equilibrada en la relación de proteínas de calidad (para no perder masa muscular) e hidratos de carbono de baja carga glucémica, que sea baja en grasa pero saludable (aceite de oliva) y rica en fibra alimentaria (verduras y hortalizas sobre todo y fruta).

No se trata sólo de contar calorías, importa el equilibrio de los nutrientes. Los H. de C. son más peligrosos que la grasa, por su efecto sobre la insulina.

Hay que tener cuidado con las dietas “milagro”, pueden ser peligrosas. No es lo mismo perder peso que perder grasa. Tampoco es lo mismo tener un sobrepeso de 5-10kg que una obesidad importante a la hora de elegir una dieta de adelgazamiento.

Me gustaría explicar el significado de la palabra dieta:

Proviene del griego y significa: forma de vida, disciplina, hábitos durante un día… El problema es que le damos un significado distinto, lo hemos “demonizado”:

-Operación Bikini (de cara al verano).

-Período breve/objetivo a corto plazo/volver a los hábitos erróneos.

-Asociar a hambre/privación de comidas que nos gustan.

-Sinónimo de castigo/obligación: tengo que hacer dieta, estoy haciendo dieta…

Dietas para perder peso:

Dieta mediterránea hipocalórica (baja en calorías):

Verduras y hortalizas, cereales, legumbres, carne, pescado, huevos, fruta, frutos secos, aceite de oliva…). Es ideal para la mayoría, aunque siempre hay que personalizar.

Dieta cetogénica:

Rica en grasa y muy pobre o ausencia de hidratos de carbono (puesta de moda en los años 70 por el Dr. Atkins), utiliza la grasa como combustible y basada en que lo que engorda son los Carbohidratos.

Existen Dietas cetogénicas normoproteicas, que contienen H. de C. de muy baja carga glucémica (verduras y hortalizas), que son seguras pero deben ser controladas por un Especialista en Nutrición y no están indicadas para todo el mundo.

Ayuno:

Es la forma más antigua de restricción calórica.

Ayuno “intermitente” (ideal 16/8), mejor de noche. Permite autofagia celular (eliminar basura). Evitar atracones. No llegar al canibalismo, produce sarcopenia.

Ayunos de “fin de semana”: jugos de frutas y verduras, caldos vegetales… tienen como objetivo depurar.

¿Qué beneficios aporta la restricción calórica con dietas de baja carga glucémica?

-Disminución rápida de la R.I., que nos engorda y nos mantiene obesos.

-Prevención de la D.M. tipo 2.

-No produce sensación de hambre (es más llevadera).

-Disminuye la inflamación celular, lo cual previene las enfermedades crónicas, que favorece el retraso del envejecimiento, o lo que es lo mismo que un envejecimiento saludable.

 ¿Por qué se vuelve a recuperar el peso?

-Dietas inadecuadas.

-Falta de motivación.

-Sedentarismo.

-Genotipo ahorrador: estamos programados para acumular grasa.

-Persistencia del estrés.

-Obesidad infantil: la infancia es una etapa muy crítica, pues las células del tejido graso pueden aumentar en número y también de tamaño. Lo que aumenta su capacidad de acumular grasa.

  ¿Qué podemos hacer para no recuperar el peso perdido?

-En primer lugar haber seguido una dieta de restricción calórica con H .de C. de baja carga glucémica y baja en grasa.

-Cambiar el concepto de dieta/castigo y seguir una dieta mediterránea adaptada a la filosofía dietética personal.

-Aprender y disfrutar cocinando.

-Evitar el sedentarismo, el ejercicio es fundamental para perder calorías, prevenir la osteoporosis, aumentar la masa muscular…

Control del estrés, pues aumenta el cortisol y nos engorda.

-Cuando tomemos alimentos calóricos, siempre en plato pequeño y precedidos de una ensalada abundante.                           ‘

-Cuidado con los productos edulcorados (bebidas…).

-Mantener la motivación que nos llevó a perder peso y controlar las adicciones/    compensación que nos hacen comer compulsivamente, incluso sin tener hambre.

 Conclusiones:

-Cualquier exceso, tanto en proteínas, hidratos de carbono, grasas, se acumulará en forma de grasa y nos conducirá hacia la obesidad.

-No sólo engorda la grasa, hemos visto el peligro de los H. de C. de  carga glucémica alta  y el papel de la insulina y de la R.I. en el origen y el mantenimiento de la obesidad.

-Evitar el sedentarismo, tan importante como seguir una dieta adecuada.

-Genética: existen personas genéticamente predispuestas a padecer OBESIDAD.

Epigenética: mucho más importante en la mayoría de los casos, pues depende de nuestros hábitos (dieta/sedentarismo) que nuestros genes “buenos/malos” se expresen. Hay que insistir en el embarazo, incluso antes, y en la primera infancia.

-No todos somos iguales. Hay que personalizar.

-Evitar el ESTRÉS “crónico”, aumenta el cortisol y nos  engorda.

-La dieta ideal:

-Para perder peso/grasa corporal: Dieta de Restricción calórica con H.de C. de baja Carga Glucemia.

-Para mantenerse: dieta mediterránea.

– La mejor forma de tratar la obesidad es prevenirla. Según Hipócrates, la principal responsabilidad del médico es prevenir la enfermedad.

En caso de obesidad  “severa”:

-Recurrir siempre a un profesional experto en nutrición.

-Dieta adecuada y personalizada.

-Depuración de toxinas (acumuladas en el tejido graso).

-Suplementación ortomolecular si precisa.

-Control de las patologías existentes, analíticas…

-Ejercicio adaptado a la situación personal.

-Motivación y control del estrés.

-Seguimiento después de alcanzar el objetivo: evitar rebotes.

Autor:  Dra Teresa Comes – Redacción Salud Integrativa

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