En los tiempos que corren se hace necesario desempolvar los viejos artículos y textos científicos que abogaban por las maravillas de la Vitamina C en la salud humana en general. Es un conocimiento que ha llegado parcialmente hasta nuestros días, quedando relegado anecdóticamente a la frase “cómete una naranja para ese resfriado” o algo parecido.
Pero la molécula detrás del nombre común de Vitamina C, es y sirve para mucho más que para eso. Se conoce como ácido ascórbico, debido a que sin ella desarrollaríamos la enfermedad del escorbuto, muy común entre los marineros del siglo XVII y XVIII por la carencia de frutas y verduras frescas en su alimentación a lo largo de sus largas travesías por mar.
A pesar de ser un a molécula muy simple en su estructura química, participa en multitud de procesos bio lógicos esenciales para preservar una salud óptima. Es por ejemplo responsable de la síntesis correcta del colágeno que es la proteína más abundan
te en los tejidos animales, incluyendo los del cuerpo humano. La proteína que da sostén a toda las estructuras tisulares: piel, encías, cartílagos, huesos, venas y arterias, etc.
Sin suficientes cantidades de Vitamina C, el cuerpo desarrolla síntomas que aunque no llegan a ser tan serios como el escorbuto, son indicadores de una malnutrición de este nutriente esencial. Estos síntomas pueden ser: hematomas, lenta recuperación de heridas, encías inflamadas o sangrantes, uñas y pelo secos o quebradizos, piel áspera, seca o enrojecida, sangrado de nariz, pobre función inmune, dolor e inflamación de articulaciones, fatiga y depresión y sobrepeso sin razón aparente sobre todo en el área abdominal.
Por otro lado, la Vitamina C es también responsable de mantener un sistema inmunológico fuerte porque participa en la correcta función de muchos de los agentes involucrados en la respuesta defensiva ante patógenos como virus y bacterias. También es requerida en la gestión del estrés bioquímico, sobre todo el estrés oxidativo (radicales libres) que resulta sobre todo de la actividad en la vida moderna: polución, comida procesada, pesticidas, estrés psico-emocional, etc.
A pesar de la relevancia de esta molécula, el cuerpo humano perdió la capacidad de producirla hace millones de años, quizá porque los antepasados del humano actual vivían rodeados de frutos y frutas repletos de ella y no necesitaban producirla de forma endógena. Por ello su aporte a nuestro organismo es mediante los alimentos.
Sin embargo, considerando que los alimentos son cada vez más pobres en nutrientes y que aumenta el requerimiento de Vitamina C debido al creciente estrés de nuestras vidas, deja a la vista una brecha o hueco que la cantidad diaria recomendada (CDR) por la Unión Europea (70 mg/día, cantidad mínima para evitar el escorbuto pero no para garantizar una salud óptima) no es capaz de cubrir ni de lejos. Esto hace de la Vitamina C posiblemente el nutriente más deficitario en la población en general.
Linus Pauling (Premio Nobel) conocía este problema hace ya varias décadas y fue un gran defensor de la suplementación para cubrir perfectamente las necesidades de la Vitamina C. A su juicio, si otros homínidos, como los gorilas, ingerían diariamente alrededor de 30.000 mg de Vitamina C mediante su dieta o cualquier animal capaz de producir su propia Vitamina C, produce varios gramos de ella al día, era evidente que las personas también necesitamos ingerir bastante más.
En estos tiempos del Covid19, se hace más patente que nunca la necesidad de un aporte mayor de Vitamina C de lo que ofrece la alimentación. Desde varios medios se está abogando por echar mano de la suplementación, lo que permite aumentar las defensas y así poder hacer frente a éste o cualquier otro virus sin sufrir mayores complicaciones. Se está conociendo también su uso en el tratamiento de la enfermedad una vez contraído el virus utilizando megadosis de Vitamina C con resultados exitosos.
La Vitamina C es un amplificador del sistema inmune y probablemente la primera línea de defensa segura contra las infecciones. Lendon Smith
Existen varias formas de suplementación con Vitamina C: De forma oral mediante comprimidos, inyecciones directas en vena o la innovadora y muy eficaz forma mediante Liposomas.
Uno de los problemas de la suplementación con Vitamina C, es que es una molécula que se degrada muy rápidamente en el sistema digestivo, lo que resulta en un pobre aprovechamiento por parte del cuerpo. Solo el 10-15% de la Vitamina C de las pastillas efervescentes o comprimidos llega a las células, el resto es digerido por los ácidos gástricos o excretado por la orina. Por otro lado, tratar de compensar esta pérdida mediante el consumo de mayores cantidades de comprimidos, puede ocasionar irritación y diarrea debido a su ligera acidez.
Una forma muy eficaz de resolver este problema es utilizar la tecnología de encapsulación Liposomal. De esta manera la Vitamina C va disuelta en agua y protegida por Liposomas. Los Liposomas son vesículas de tamaño nanométrico con una membrana muy similar a la membrana celular, que recubren los ingredientes activos y los transportan de forma íntegra y segura a las células. Se dice que son como caballos de Troya, que sortean la barrera gástrica y vuelcan su contenido completo en el torrente sanguíneo. Los beneficios de una entrega de nutrientes llevada a cabo por liposomas supera por varias veces los obtenidos por la suplementación tradicional oral. La vitaminaC Liposomal además en algunos casos utiliza también el nutriente Glutatión, un súper antioxidante que potencia aún más la acción de la Vitamina C, pues recicla varias veces su función en las reacciones bioquímicas.
Las personas que han probado esta manera de Vitamina C en formato Liposomal han relatado cambios y mejoras en su salud que no habían notado nunca con los suplementos tradicionales orales, tales como: más energía física y enfoque mental, desinflamación de articulaciones, una piel más hidratada y tersa, pasar el invierno sin resfriarse, recuperarse rápidamente de gripes y neumonías y en general una sensación de más salud.
Es importante que entendamos la importancia de suplementarnos con este nutriente esencial sobre todo ahora que apremia la necesidad de reforzar nuestro sistema inmune y seguir usándolo al menos hasta reponer la carencia que muchos de nosotros arrastramos desde hace muchos años.
La Vitamina C es el antibiótico, antiviral, antitoxinas y antihistamínico más natural que existe. No alcanzaremos nunca a insistir lo suficiente sobre su importancia. Dr. Andrew Saul
Eider Zubizarreta. Bióloga
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